Vivir como un doloroso y forzoso ímpetu de equilibrio no consumado, un ya fracasado intento de navegar sobre arena, armados de arena, hasta volvernos arena.
Hay de los navegantes con dificultades para el descarte, el desperdicio.
- Y bueno, es que de algo hay que agarrarse, dicen los coleccionadores
Hay también de los que saben juntar su mugre, quienes definen con certeza sus residuos.
- Y bueno, es que de algo hay que agarrarse, también dicen los corregidores
Pero… ¿Dónde poner esa condenada fe en la metamorfosis, la vehemente espera de germinación a destiempo? ¿A quién culpar por la tortícolis fundada en predios reminiscentes?
La página en blanco desenvaina hoy la inconmensurabilidad de lo no dicho, de silogismos entretejidos en introspección. Yo-tamiz, yo-escalpelo, me dispongo a flagelarlo, a creer que pronuncio el resultado de alguna distancia en proceso de superación. Es el pavor del primer decir, la inutilidad de la verborragia precoz.
Si pudiera escribir con mis ojos, con tus ojos, de mis ojos, para tus ojos, por encima de los ojos…
Pero no: habrá que zambullirse, despabilarse, proyectarse.
Dicho todo esto no se ha dicho nada.
Mejor el baile de imágenes desintegrándose a sí mismas
Y en este minuto que sigue, una única imagen que comprende a una niña y a un naufragio: el primer naufragio de la niña, gritos de ahogados, el precoz hundimiento de un buque construido con esmero.
Expresión inaugural de un barco
de papel
Y por qué es que no flotan las barcas
de papel
Yo, con palabras polilla, siempre vuelvo
al papel