Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario. O. G.

¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
Olga Orozco


premios de domingo

No somos la gran rosa de la catedral gótica sino la instantánea y efímera
petrificación de la rosa del calidoscopio. Pero antes de ceder y deshojarse ante una nueva rotación
caprichosa, ¿qué juegos se jugarán entre nosotros, cómo se combinarán los colores fríos y los cálidos,
los lunáticos y los mercuriales, los humores y los temperamentos?


Julio Cortázar en Los Premios, 1960

mañana es mejor

En algún lugar del gran muro inconcluso está la puerta,
aquella que no abriste
y que arroja su sombra de guardiana implacable en el revés de todo tu destino.
Es tan sólo una puerta clausurada en nombre del azar,
pero tiene el color de la inclemencia
y semeja una lápida donde se inscribe a cada paso lo imposible.
Acaso ahora cruja con una melodía incomparable contra el oído contra el oído de tu ayer,
acaso resplandezca como un ídolo de oro bruñido por las cenizas del adiós,
acaso cada noche esté a punto de abrirse en la pared final del mismo sueño
y midas su poder contra tus ligaduras como un desdichado Ulises.
Es tan sólo un engaño,
una fabulación del viento entre los intersticios de una historia baldía,
refracciones falaces que surgen del olvido cuando lo roza la nostalgia.
Esa puerta no se abre hacia ningún retorno;
no guarda ningún molde intacto bajo el pálido rayo de la ausencia.
No regreses entonces como quien al final de un viaje erróneo
—cada etapa un espejo equivocado que te sustrajo el mundo—
descubriera el lugar donde perdió la llave y trocó por un nombre confuso la consigna.
¿Acaso cada paso que diste no cambió, como en un ajedrez,
la relación secreta de las piezas que trazaron el mapa de toda la partida?
No te acerques entonces con tu ofrenda de tierras arrasadas,
con tu cofre de brasas convertidas en piedras de expiación;
no transformes tus otros precarios paraísos en páramos y exilios,
porque también, también serán un día el muro y la añoranza.
Esa puerta es sentencia de plomo; no es pregunta.
Si consigues pasar,
encontrarás detrás, una tras otra, las puertas que elegiste.

Olga Orozco



rescate

cada vez estoy más convencida
de encontrar en cada tic dos poesías:
una es la de libros y cuadernos
rehén hostigada por la lengua
naciente de la noche y de la espuma
me sorprende frunciendo el entrecejo
me encarcela muy a gusto y complacida.
es la que nace de pedazos que desarmo.
la que me estiro a alcanzar y más se aleja.

la otra accidental e ingenua
aparece en los sitios más incómodos
su carencia de lenguaje la enriquece
y son más suyas las palabras que le faltan
no la apagan la rutina ni el a diario.
es la que hiela sin aviso y persistente
aviva fiel el fuego de lo cotidiano,
la que si puedo y me atrevo hoy día
yo personalmente, prefiero.

Enero de 2010