Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario. O. G.

¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
Olga Orozco


ya sabía

ya sabía lo del torbellino y lo de la bola de nieve que aunque quisiera detenerla giraba giraba y ni rastros quedaban de lo que había sido en un principio, como sucede también algunas veces con los ovillos de lana que se enriedan en la canasta y cuando se quiere empezar a desenmarañar ya no sabés qué lana habias mezclado a proposito para esa bufanda arcoiris y qué ovillos se fueron mezclando por su cuenta y por rebeldía y menos mal que no esta el miyo que sino ni te cuento como se divertiría persiguiendo a esas bolas no-de-nieve que para el caso es bastante similar porque igual giran y giran como la calesita en la plaza con la sortija que ahí la agarras, ahí la agarras y oops se escapó y aunque se escapaba y ya sabía lo de la canasta y la pelusa fue tentador darle una vuelta más y descubrirlo, tan tentador solamente tirar de un hilito y ver cómo se iba deshilachando, como se iba deshaciendo y quedaba nomás un retazo arrugadito arrugadito todo zigzagueante y divertido, pero ojo que a veces se atasca y él no sabia que en el fondo nada sabia porque si hubiera sabido no habría intentado y si no intentaba no fracasaba y sino fracasaba tus ojos nos estarían impacientes e incisivos aniquilando estas letras con sus garras como quien no quiere la cosa y ahora ya es tarde para remiendos, tarde para lamentos, tarde para intentar darle de un solo saque y con precisión al clavo con el martillo y que quede derechito derechito y profundamente sumergido en la madera.

1 comentario:

si tienes vos, tienes palabras. dejalas caer