Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario. O. G.

¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
Olga Orozco


de sirenas en los trenes


Ella era una sirena tan real que le dio miedo. Tuvo vergüenza de andar por ahí, desnuda entre vagón y vagón convenciendo a todos de que lo que existe, existe.
A ella no la engañaban fácilmente, porque era chiquita pero entendía todo.
Sólo un instante más de vuelo la hubiera salvado, un soplo más de vértigo que la hubiera inmunizado como una burbuja protectora encapsula a los cuerpos de cualquier malpoder que ande flotando por el aire.
Pero sus alas eran tan fuertes como pesadas, y su cola de sirena un tesoro tan peligroso como deseado.
-"¡ No me mientan, no me mientan!"- tuvo que reclamar entre lagrimas, para susurrar luego, un poco más tímidamente, que era a ella a quien no le gustaba mentir.
Decir la verdad creyéndola emboscada y engañarse con los turbios reflejos de un manantial que ha dejado de fluir, era su contradicción a la vez que su magia.
No había nada de engaño en sus canciones; pero ella, de golpe cambió los agudos por graves y sus carcajadas devinieron lágrimas.
Es que la elasticidad de algunos es tan grande, tan paracaídas, tan caleidoscopio que los puños se cierran y los labios se arrugan y buscan refugio detrás de los dientes.
Ella saltaba entre los vagones, se tambaleaba de tal forma, sin prisa ni temor, sobre la cuerda floja del tren en movimiento, que ya no estaba más allí. Imagínense ustedes, qué viaje tan económico emprendía, sin culpa. Bueno, casi sin culpa.
Ante tanto casco y tan poca sonrisa, era casi imposible no sentir al menos un poco de culpa.
Y viajar implica regresar, aunque nunca regresemos completos, nunca.
Y ella era tan sirena que se asustaba a veces de los mismos humanos, y desconfiaba tanto de sus garras que terminaba electrocutando a todos. Pero, por suerte, enseguida se arrepentía y deseaba cosas buenas para cada mortal que anduviese por ahí.
Es que ser sirena desde tan pequeña, en ese planeta tan seco, era hermosamente problemático. Y ella no paraba de transformarse, y la metamorfosis era tan parecida a los cuentos de hadas que no cabían dudas de que ésta sirena, podía, si quería, ser cualquier cosa. Podía en un instante hacer aparecer olas en el medio de una laguna seca y en el instante siguiente, crear un tobogán alto y reluciente para que todos, sin miedo, se transformaran alegres.
Si hubiera tenido al menos una dosis de furia en su retina, nos hubiera destruido a nosotros que, desprevenidos, olvidamos ocultar nuestras alas, nunca tan fuertes como las suyas pero todavía capaces de levantar un poco de vuelo.
Su cuerpito no se conformaba con tomar una forma única y andaba cambiando su contorno y color con cada soplo del viento, o con cada estación, quizás. O tal vez, ella tenía una apariencia para cada una de nuestras miradas, que la seguían fielmente en su recorrido por mundos diversos.
Es que ella, con su metamorfosis casi continua, no lograba quedarse estática y predicaba la más hermosa de las religiones, prestando a todos una generosa sonrisa.
¿Quién sabe donde andará ahora que el tren ya arribó hace horas y ella se bajó, volando, como lo hacen las mejores sirenas?
Tanto girar el volante de la calesita que, sin quererlo, miró para abajo y no pudo más que llorar cuando temió que los mil colores que el girar le devolvían no fuesen más que una imagen deformada de la realidad. Maldita costumbre la de preguntarse sobre la realidad, cuando se está tan lejos de ella que es a la vez más verdadera. Y hubo que explicarle sin rodeos que todo era un juego, para que pudiesen revivir sus poderes.
Nos dejó un saludo-relámpago y una sonrisa de garganta anudadada y nos dejó el desafío de seguir su búsqueda, aún cuando no queden más sirenas en el agua.

1 comentario:

  1. qué hermoso flor,
    la anécdota es casual y mágica
    y el relato es precioso.
    me encantó (me encantó en serio, del verbo encantar, con un encanto, hecho por una bruja, con verruga y olla de hierro fundido con tres patas, una bruja conocida de tu sirena)

    ResponderEliminar

si tienes vos, tienes palabras. dejalas caer